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Desde su fundación hasta 1810

Primera.
El 3 de febrero de 1536, el español Pedro de Mendoza, estableció un asentamiento al que le dio el nombre de Nuestra Señora del Buen Ayre. La posición fue arrasada por los indios en 1541, y quedó abandonada.

Segunda.
El 11 de junio de 1580 Juan de Garay fundó la Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. El motivo de esta fundación queda explicado por las palabras de Juan de Matienzo, oidor de la Audiencia de Charcas, quien en 1566 mencionó la necesidad de abrir una puerta a la tierra, es decir, darle una salida al Atlántico a todo el territorio que existía desde Potosí hacia el sur.

VIRREYNATO

Originariamente era la capital de una gobernación que dependía del Virreinato del Perú. Durante unos dos siglos los porteños sufrirían todo tipo de necesidades: el poblado más austral de América estaba alejado de todo centro comercial importante, no existían ninguno de los elementos necesarios para sobrevivir dignamente y no podían fabricarlos en la ciudad. España privilegiaba los puertos sobre el Pacífico y por lo tanto marginaba a Buenos Aires, que sólo recibía dos navíos de registro por año, y hubo lustros en los que no llegó ninguno. Esto llevó a que los habitantes (apenas unos 500 en 1610) buscaran burlar la ley y vivir del contrabando, que venía fundamentalmente desde Brasil. Este contrabando era pagado con la única fuente de riqueza que existió hasta principios del siglo XVII, que era la venta del cuero que se obtenía de la matanza de rebaños (vaquerías) de bovinos sin dueños que vagaban por los campos. El resto, carne, sebo, etc., se tiraba.

CAPITAL DEL VIRREYNATO

En 1776 fue nombrada capital del Virreinato del Río de la Plata. Las causas principales de esta decisión fueron: la necesidad de frenar el avance extranjero en la zona, intentar terminar con el contrabando y por ser el lugar por el que tenía más fácil acceso España desde el Atlántico. Comienza así un período de gran prosperidad, pues la ciudad fue beneficiada por la Corona española con un tipo de comercio más abierto, flexible y liberal, dado por el Reglamento de Libre Comercio. Podía introducir mercaderías de cualquier región, y conectarse con otros puertos, sin pedir permiso a las autoridades reales. De esta manera cortó con su dependencia política y comercial de Lima. La ciudad vivió un exponencial progreso entre 1780 y 1800, recibiendo además una fuerte inmigración, fundamentalmente de españoles, y en menor medida de franceses e italianos de comerciantes y estancieros. Tenía, en comparación con las demás ciudades vecinas, pocos prejuicios aristocráticos, o de castas. La industria del cuero fue progresando, y hacia mediados del siglo XVIII existía una industria local importante llevada adelante por quienes querían progresar, esto no implicaba que fueran aristócratas como ocurría en otras ciudades.

INVASIONES

Desde su creación hasta 1807 la ciudad sufrió varias invasiones:

En 1582, un corsario inglés intentó un desembarco en la isla Martín García pero fue rechazado. En 1587 el inglés Thomas Cavendish intentó apoderarse de la ciudad, sin lograrlo.

En 1658 se produce el tercer intento, ordenado por Luis XIV, rey de Francia, pero el Maestro de campo, don Pedro de Baigorri Ruiz, a la sazón gobernador de Buenos Aires, logró defender con éxito el puerto. El cuarto intento estuvo a cargo del aventurero Mr. de Pintis, pero el vecindario lo rechazó.

En 1680 los portugueses, separados de España, llegaron con una expedición a Colonia del Sacramento, en la costa opuesta del Río de La Plata. El gobernador de Buenos Aires, José de Garro, después de enviarle un ultimátum, rechazado por los portugueses, para que se retiraran, reunió a los habitantes y con su apoyo organizó un ataque, ayudado por los aborígenes guaraníes y tres mil hombres venidos de las ciudades más cercanas. El resultado fue una contundente victoria, que le permitió a Buenos Aires adquirir un mayor prestigio.

En 1699 se produce la quinta invasión a cargo de una banda de piratas daneses que fue rápidamente rechazada.

Durante el gobierno de Bruno Mauricio de Zabala, el francés Étienne Moreau desembarcó en la costa oriental del Río de La Plata, donde las tropas españolas lo rechazaron y mataron.

En 1806 comenzó lo que se conoce con el nombre de invasiones inglesas, cuyo origen debe buscarse en las guerras napoleónicas: desde los inicios de la Conquista de América, Inglaterra se había interesado en las riquezas de la región y España estaba en un principio aliada a Francia, y por lo tanto era su enemigo. El 27 de junio el mayor general inglés William Carr Beresford se apoderó de Buenos Aires, casi sin resistencia, pues no existía un ejército fuerte y organizado. Tomó el gobierno pero fue derrotado el 12 de agosto de 1806 por un ejército proveniente de Montevideo comandado por el francés Santiago de Liniers.

En 1807 una segunda expedición inglesa al mando de John Whitelocke tomó la plaza fuerte de Montevideo y permaneció en este enclave por varios meses. El 5 de julio de 1807, Whitelocke intentó ocupar Buenos Aires, pero sus habitantes y las milicias urbanas, ahora organizadas--y una vez más con ayuda de Liniers--derrotaron a los ingleses.

La resistencia del pueblo y su participación activa en la defensa y la reconquista aumentó el poder y la popularidad de los líderes criollos, al tiempo que incrementaba la influencia y el fervor de los grupos independentistas. Buenos Aires ganó en poder militar (conformado principalmente por criollos) y prestigio moral. Paralelamente, quedó en evidencia la insuficiencia de la metrópoli en cuanto a enviar tropas que pudiesen defender a sus colonias, ahora deseadas con avidez por otras potencias emergentes. Todo esto, y la llegada de ideas liberales y fundamentalmente la ocupación de España por el ejército napoleónico, permitió la creación de movimientos emancipadores, que desataron en 1810 la Revolución de Mayo y la creación del primer gobierno patrio.

Como consecuencia de esto se produjo la deposición del poder de los españoles por parte de los criollos. La ciudad, de unos 40.000 habitantes, se transformó en un importante puerto consumidor de productos manufacturados que provenían principalmente de Gran Bretaña y se produjo el desmembramiento del Virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires se constituyo en un primer momento en centro hegemónico, pero debió imponerse a las oligarquías provinciales, que tenían sus propios proyectos económicos.

PRIMERA JUNTA DE GOBIERNO

Hasta fines del siglo XIX

El gobierno que sucedió al virrey, la Primera Junta, consideró que tenía todos los poderes de aquel. Lo mismo entendieron los gobiernos que le sucedieron (Junta Grande, Primer y Segundo Triunvirato, y Directorios). La Primera Junta pretendió además designar a los gobernadores-intendentes, enviar ejércitos y recaudar los derechos de aduana. Esto hizo que el resto del virreinato sintiera que la revolución sólo había sustituido el poder central del virrey por el de Buenos Aires, sin obtener ninguna ventaja.

En 1815 se produjo la primera rebeldía del interior contra el gobierno central al ser designado Carlos María de Alvear como Director Supremo. Éste fue depuesto tres meses después, lo que obligó a insuflar un nuevo motivo de fervor por la Revolución. Así surgió la necesidad de declarar, en el Congreso de Tucumán de 1816, lo que ya era un hecho: la independencia del virreinato con respecto a España. Aquel Congreso se trasladó luego a Buenos Aires, y elaboró la constitución de 1819, que no funcionó y fue desechada por los federales. Al año siguiente las fuerzas federales derrotaron al Directorio y se creó la Provincia de Buenos Aires, siendo su primer gobernador Manuel de Sarratea quien firmó con los vencedores el Tratado del Pilar.

Luego de un período de inestabilidad Martín Rodríguez fue designado gobernador y sus ministros, entre los que se destacaba Bernardino Rivadavia, iniciaron un período de orden y reformas: se creó el Registro nacional, se fundó la Administración de Vacuna y el Archivo General de Buenos Aires y se inauguró la Bolsa Mercantil. En el aspecto cultural se destacó la inauguración de la Universidad de Buenos Aires y se creó la Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas.

A fines de 1824 se reunió un congreso para redactar una constitución nacional pero a los pocos meses estalló la Guerra del Brasil, lo que obligó a formar un ejército urgentemente, y se pensó que también se tenía que formar un Poder Ejecutivo Nacional para unificar el mando militar. De modo que, sin empezar siquiera a discutir una constitución que le diera marco legal al cargo, el 6 de febrero de 1826 se sancionó la ley de presidencia, creando un Poder Ejecutivo Nacional Permanente, con el título de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

BERNARDINO RIVADAVIA

Se nombró a Rivadavia como el primer presidente en febrero de 1826, lo que no fue bien recibido en las provincias. Los hacendados, alarmados por las consecuencias que podía tener la capitalización, dejaron de apoyar a Rivadavia, y este quedo políticamente aislado. Luego de 3 meses la constitución fue aprobada pero todas las provincias la rechazaron.

Mientras tanto, en 1825, desembarcó en la costa oriental la expedición libertadora de Juan Antonio Lavalleja y sus Treinta y Tres Orientales y luego de poner sitio a Montevideo reunieron un congreso que declaró que la Banda Oriental se reincorporaba a la Argentina. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación pero Rivadavia decidió entonces deshacerse de la guerra con Brasil ya que un bloqueo naval impuesto por aquel afectaba el comercio, base de la recaudación de rentas del estado. Entonces, a pesar de la contundente victoria sobre Brasil, se firmó un tratado deshonroso que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental y se comprometía a pagarle al enemigo una indemnización. Aunque ante las críticas Rivadavia rechazó el convenio igualmente sufrió el costo político del pacto, que se convertiría en una de las razones de su futura renuncia.

Rivadavia presentó al Congreso un proyecto de capitalización de Buenos Aires, la ciudad y gran parte de la campaña circundante se proclamaba capital del Estado. El federalismo porteño se opuso, en defensa de las instituciones de las provincias garantizadas por la ley fundamental, en especial el puerto y la aduana, principal fuente de recursos de la provincia. No obstante, la ley fue sancionada en 1826. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Las Heras, cesó en su cargo por decreto del Poder Ejecutivo. La Junta de Representantes fue disuelta, y se nacionalizaron el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales.

Rivadavia, además de ganarse la enemistad de las provincias del interior gracias a la Constitución de 1826 y a todas las medidas centralistas que tomó; se encontró con que la guerra con el Brasil había agotado los recursos. El régimen presidencial concluyó al renunciar Rivadavia y exiliarse en Inglaterra. El país regresó a su anterior situación, es decir, cada provincia se gobernaba por sus propias instituciones pero confiaban en Buenos Aires el manejo de las Relaciones Exteriores.

Rivadavia alentó la ciencia y la cultura. Su impulso reformista dio a la vida intelectual una dinámica desconocida hasta entonces, creando un clima propicio que fructificó en diversos campos a través de la obra personal de muchos individuos. Su renuncia provocó el exilio de la mayor parte de los protagonistas comprometidos con el régimen caído, lo que empobrecería notoriamente el quehacer intelectual de tendencia europeizante, principalmente en Buenos Aires.

JUAN MANUEL DE ROSAS Y EL FEDERALISMO

En 1830 Juan Manuel de Rosas llegó al poder después de derrotar al partido unitario. Después de dejarlo en 1832 volvió en 1835 encabezando una coalición formada por la mayor parte de la elite federal y tradicionalista de la ciudad y derrotó al ejército unitario. El censo de 1836 realizado en la ciudad a pedido de Rosas indicaba que había 62.000 habitantes. En 1852 ya había 85.000 en 350 manzanas edificadas.

URQUIZA Y EL UNITARISMO

Rosas se exilió en Inglaterra luego de ser vencido en la Batalla de Caseros por Justo José de Urquiza; Buenos Aires el centro de poder político quedó en manos de liberales y unitarios.

A partir de Caseros la ciudad se abrió hacia la inmigración. Miles de europeos, especialmente de Italia y España le cambiaron la fisonomía a la ciudad y a su idiosincracia. Se realizaron construcciones de todo tipo, incluyendo el primer ferrocarril de la Argentina, que unía la ciudad con el pueblo de Flores, que en aquel entonces estaba en la provincia. Los palacios y casas fueron construidos u ornamentados al estilo italiano, reemplazando al "estilo colonial".

Vicente López y Planes fue designado gobernador provisorio de la provincia de Buenos Aires y por el Acuerdo de San Nicolás la aduana de la ciudad fue nacionalizada, y sus ingresos manejados por Urquiza, al designárselo Director de la Nación.

Pero la Legislatura de Buenos Aires, gracias al alegato de Bartolomé Mitre, rechazó el acuerdo, lo que provocó la renuncia del gobernador López. Urquiza pretendió asumir la conducción de Buenos Aires, pero los porteños, tras la revolución de septiembre de 1852 retomaron el control de la ciudad.

De esta manera, si bien el Estado de Buenos Aires no se declaró libre, se apartó del resto de las trece provincias que conformaron la Confederación Argentina.

La fundación en 1854 de la Municipalidad permitió ordenar la ciudad. Pero la falta de higiene era un gran problema y fue recién después de la epidemia de fiebre amarilla de 1871 que diezmó literalmente la población que se mejoró el problema del agua corriente y se mejoraron las condiciones de vida de la población, que en algunos lugares vivía hacinada y en 1875 se creo el amplio espacio verde del Parque 3 de Febrero.

ARGENTINA. BUENOS AIRES RESIDENCIA DEL GOBIERNO NACIONAL

Durante el largo proceso que llevó a la creación del Estado Nacional Argentino, Buenos Aires fue elegida lugar de residencia del Gobierno Nacional, aunque éste carecía de autoridad administrativa sobre la ciudad, que formaba parte de la provincia de Buenos Aires. La necesidad del gobierno nacional de federalizarla, sumada al movimiento de tropas ordenado por el gobernador de la provincia, Carlos Tejedor, produjo en 1880 una serie de enfrentamientos que terminarían con la derrota de la provincia de Buenos Aires y la federalización de la ciudad. Posteriormente, la Provincia de Buenos Aires cedió los partidos de Flores y Belgrano, los cuales fueron anexados al territorio de la Capital Federal. A cambio de ello, la Provincia de Buenos Aires recibió una compensación económica.

En 1882 el Congreso Nacional creó las figuras del intendente y el Concejo Deliberante de la Ciudad. El intendente no era elegido por voto popular, sino que era designado por el Presidente de la Nación en conformidad con el Senado. El primero en ejercer el nuevo cargo fue Torcuato de Alvear, designado en 1883 por Julio A. Roca. En cambio el Concejo Deliberante sí era votado por los habitantes.

Además la ciudad se volvió cosmopolita, a diferencia del resto del país, y desarrolló una potencialidad financiera y cultural. La Nación hizo todo lo posible por agrandar y embellecer la ciudad que ahora le pertenecía. De 337.617 habitantes en 1880, la ciudad pasó a tener en 1895 649.000 de los que sólo 320.000 eran nativos.

CULTURA

Buenos Aires, ciudad cosmopolita, tiene una visión cultural muy amplia: cine, teatro, tango, folklore. El lunfardo, jerga que se desarrolló y extendió desde mediados del siglo XIX en las zonas pobres de Buenos Aires, Rosario y Montevideo con aportes idiomáticos provenientes de Italia, Francia, Galicia y Portugal, así como de la población negra y criolla local. El lunfardo quedó inmortalizado en las letras de la música popular, particularmente en las del tango. La gastronomía porteña también se destaca por su diversidad, aunque el denominador común es el empleo de carnes y la influencia italiana, en las recetas, muy difundida por las corrientes migratorias provenientes de ese país a principios del siglo XX.

Otra manifestación cultural propia del porteño es el fileteado, arte decorativo y popular, nacido en las primeras décadas del siglo XX. Suele presentarse en contextos emparentados con el tango, el diseño y la publicidad. Flores, volutas, hojas de acanto, cintas argentinas, se combinan con personajes populares mediante colores muy vivos y a través del contraste se da la idea del volumen. Los textos también forman parte de la composición del fileteado, con frases acuñadas por la sabiduría popular. En el año 2006 la legislatura porteña declaró al fileteado como Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires a partir de la sanción de la ley 1941.

El desarrollo cultural se aprecia en la gran cantidad de museos, teatros y bibliotecas que pueden encontrarse en la ciudad.

La Avenida Corrientes, en cuyos tradicionales cafés y bares evolucionó el tango a principios y mediados del siglo XX, es la arteria donde se encuentran algunos de los teatros más importantes. En este sentido, Buenos Aires cuenta con una oferta muy diversa, y muchos de los teatros de mayor relevancia dependen directamente del Gobierno de la Ciudad: el Teatro Colón, el Teatro General San Martín, el Teatro Alvear, el Teatro Regio, el Teatro Sarmiento y el Teatro de la Ribera, entre otros. También existe una importante actividad en el Teatro Nacional Cervantes, el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural General San Martín, el Teatro Maipo y la gran cantidad de teatros independientes que se encuentran distribuidos por los barrios.

El Gobierno de la Ciudad administra diez museos que abarcan diferentes temáticas: desde las artes plásticas (Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori) hasta la historia (Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra), pasando por el cine (Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken). También existen muchos museos dependientes del Gobierno Nacional (como el Museo de la Casa Rosada) o de fundaciones (como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires).

De la Ciudad dependen 26 bibliotecas públicas que cuentan con 317.583 ejemplares. Además existen muchas bibliotecas dependientes de los diferentes Poderes de la Nación, así como de las diferentes universidades que se encuentran en la Capital.

Buenos Aires se distingue además como el mayor centro editorial del país, ya que allí residen las editoriales más importantes, y es también la ciudad donde se editan los diarios y revistas de mayor tirada. La industria editorial de Buenos Aires es una de las más competitivas de la región, y la densidad de librerías es bastante alta. En diferentes lugares pueden conseguirse con regularidad libros antiguos, primeras ediciones y publicaciones en diferentes idiomas, sobre todo en los comercios ubicados en la Avenida de Mayo y en la Avenida Corrientes, entre Callao y la Avenida 9 de Julio.

Existe también en Buenos Aires 103 murgas, agrupando a más de 10.000 personas. Anualmente suelen juntarse más de 800.000 personas para disfrutar de la música, baile y canto que ofrecen estas comparsas durante los Festejos de Carnaval.